Esta quiere ser una reflexión sobre lo común y la comunidad, pero además, indirectamente, un esfuerzo por comprender la lógica de la multitud. El desafío consiste en evitar una concepción excesivamente molar, heroica o voluntarista de la multitud.
¿Cómo atender a la evidencia de que detrás de la imagen un poco totalizante en que nos contemplamos como sujetos, se agitan subjetividades extemporáneas o intempestivas, que experimentan futuros todavía impalpables, que reconcetan con virtualidades inmemoriales, ensayando las singularidades más diversas? ¿Cómo crear espacios heterogéneos, con tonalidades propias, atmósferas distintas, en los que cada uno se enganche a su modo? ¿Cómo mantener una disponibilidad que propicie los encuentros, pero que no los imponga, una tensión que permita el contacto y preserve la alteridad? ¿Cómo dar lugar al azar, sin programarlo? ¿Cómo sostener una "gentileza" que permita la emergencia de un hablar donde crece el desierto afectivo? Este conjunto de textos apunta a descubrir una comunidad allí donde no se veía comunidad, y no necesariamente para reconocer una comunidad allí donde todos ven comunidad. No por pretensión de ser extravagantes, sino para producir una ética que contemple también la extravagancia y las líneas de fuga, los deseos de comunidad emergente, formas de asociarse y disociarse que están surgiendo en los contextos más auspiciosos o más desesperantes.