He ahí un ejército de ciegos: soldados sin preparación castrense, vecinos que cayeron por azar en bandos opuestos, peones de hacienda en busca de ascensos en el escalafón militar, guerrilleros que juguetean y combaten, se divierten y saquean, quizá sin comprender del todo los fundamentos políticos de esa guerra. El viento de la Revolución mexicana agitó diversos avisperos en Chiapas: enfrentó a los terratenientes locales con los representantes del constitucionalismo, a un general zapatista venido del altiplano con los rancheros conocidos como mapaches, quienes reconocieron en ese animal un emblema de astucia y habilidad. Antonio García de León ha reunido en estas páginas los testimonios registrados en los años setenta del siglo pasado de una decena de personas que sobrevivieron a las sangrientas escaramuzas, entre 1914 y 1920, de las facciones enfrentadas en los valles centrales de Chiapas. Se escuchan aquí las voces de finqueros, caporales o mozos liberados de la servidumbre, habitantes del áspero mundo rural de La Frailesca, el Valle de los Corzos y Cintalapa, ahí donde la finca es símbolo de lo más profundo de
su ser. Estos testimonios son una especie de psicoanálisis social, balbuceos fragmentarios de una Chiapas acostada, momentáneamente, en el diván de los recuerdos, ahí donde las palabras hilvanan y deshilvanan la historia, donde los
silencios ayudan a construir la verdad.