Mira la portada: el personaje que toma una piedra para arrojársela a los soldados estadounidenses que han ocupado el Zócalo de la ciudad de México es el protagonista de este libro. En franca desigualdad de armamento, condenado a la intrascendencia, ese lépero participa en uno de los pocos acontecimientos que opacaron la marcha triunfal del ejército de ocupación en la guerra de 1846-1848. El alzamiento con que los capitalinos recibieron a las tropas invasoras en septiembre de 1847 uno de los hechos de armas más sangrientos del conflicto bélico es por ello una feliz anomalía en la historia de la capital. En este volumen, Luis Fernando Granados da cuenta, de manera pormenorizada, de una miríada de acciones plebeyas: un dedo que tira del gatillo al lado de la Alameda, una laja que va a estrellarse contra una cabeza pelirroja, una jauría que devora cadáveres estadounidenses muy cerca del convento de Santo Domingo. Quiere ser también una exploración de la geografía social de la ciudad en el siglo XIX, una instantánea microscópica de barrios y callejones que explique la rebeldía popular sin acudir al fácil expediente del amor a la patria. Esta nueva edición confirma que esas jornadas septembrinas, opacadas en la memoria colectiva por leyendas como la de los Niños Héroes o la falta de parque en Churubusco, permitieron que unas piedras, unos ciudadanos, soñaran con la libertad.