Preguntarse sobre la figura de la bruja a lo largo de la historia implica un gran reto, no sólo porque la hechicería y la brujería han existido desde tiempos inmemoriales en casi todas las culturas, sino porque es un tema escabroso, difícil de abordar, huidizo como las mismas brujas.
Poseedoras de ciertos poderes, de conocimientos sobre el cuerpo y los remedios para sanarlo, de conjuros y pócimas para satisfacer los deseos, para colmar las pasiones, han sido al pasar de los siglos personajes cuyo papel es ambiguo en las sociedades donde surgen. Ya sea para vencer a los demonios o para aliarse con ellos con el objeto de obtener su ayuda frente a la enfermedad o cualquier otro mal, el arte de las brujas se ha mantenido al margen de las religiones dogmáticas y en ocasiones se ha constituido en abierta rebelión contra el orden y la ley. Así, al transgredir los límites, las fronteras, y a partir de su marginalidad y de su peculiar manera de relacionarse con el mundo, con la naturaleza, con la gente, las brujas ocupan el lugar del otro, el retorno de lo reprimido, lo siniestro femenino, la otra cara del orden de la pasión y el deseo.
Estudió la Licenciatura en Letras Francesas y la Maestría en Letras Inglesas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente es pasante del Doctorado en Letras Inglesas por la misma institución, donde también es profesora en el posgrado en Literatura Comparada.
Sus líneas de investigación son la traducción literaria, la teoría y crítica literaria feminista, y la narrativa norteamericana del siglo xx y contemporánea. Ha coordinado dos libros sobre feminismo y ha formado parte del consejo de redacción del Anuario de Letras Modernas, que edita la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.