Es posible hacerse una idea de la valía de Arthur Lehning leyendo Anarquismo y marxismo en la revolución rusa. En este trabajo, además de hacer entendible la compleja genealogía de los grupos revolucionarios y de la izquierda rusa en los años previos a la revolución de 1905, realiza una crítica demoledora del leninismo y de uno de sus textos canónicos: El Estado y la revolución. Considerando que fue escrito en 1929, el valor de su denuncia contra el surgimiento del estado burocrático y de la bancarrota de la revolución llamada soviética adquiere un sorprendente carácter prófetico.
En las palabras del propio Lehning:
El texto presente fue escrito en 1929 y se publicó por primera vez en la revista anarcosindicalista alemana Die Internationale. Es el que entregamos hoy, sin modificaciones. En 1929 nos habíamos propuesto agregarle dos capítulos uno sobre Kronstadt y otro sobre el makhnovismo. Por diversas razones, no nos es posible ahora modificar o completar el texto. La abundante literatura artículos, libros, folletos que desde 1930 se ha publicado sobre el tema no contiene nada que nos obligue a un cambio en el desarrollo de las ideas expuestas. Antes al contrario, pues nuestras reflexiones echan un poco de luz sobre aspectos de los primeros tiempos de la revolución rusa a los que no se había prestado atención y, al mismo tiempo, se adelantan a la crítica de quienes sólo durante la era estaliniana e, incluso, después de ella descubrieron la degeneración de la revolución rusa, el termidor y la contrarrevolución. El trabajo es, también, un aporte a la historiografía de esa revolución; de ahí que no podamos ahora corregirlo. Además, es, en realidad, un texto político, aunque en él haya mucho de teoría y de historia.
El reciente interés por los problemas fundamentales del socialismo, por las cuestiones organizativas y por el desarrollo de la revolución rusa, así como la crítica a que hoy se somete a las diferentes formas de socialismo estatal y de dictadura, devuelven a nuestra obra el carácter de polémica política.
En ella nos proponemos demostrar brevemente los siguientes puntos: a) Es insostenible la interpretación que, en su célebre ensayo El Estado y la revolución, hace Lenin de la teoría de Marx sobre el Estado. b) En el transcurso de 1917, la revolución era, sobre todo, revolución campesina, y no se desarrolló conforme al esquema de la teoría marxista de la revolución ni al esquema de los marxistas rusos. c) La revolución que duró meses y se extendió a todo el imperio zarista no debe ser confundida con la conquista del poder por los bolcheviques en Petrogrado y con la creación, el 24 de octubre de 1917, del Consejo de los Comisarios del Pueblo. d) Lenin y su partido el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (bolchevique), rebautizado Partido Comunista en marzo de 1918 nunca fueron favorables a los soviets, que durante 1917 surgieron espontáneamente en todo el país. El carácter constructivo de la revolución se expresaba en esos consejos, pero Lenin y su partido sólo los consideraron desde el punto de vista de la utilidad que pudieran tener para la conquista del poder por el partido bolchevique. e) La supuesta dictadura del proletariado que nunca fue más que la dictadura del partido y luego de su burocracia, y que sólo podía sostenerse por medio del terror es uno de los factores esenciales de la degeneración de la revolución rusa. Este proceso es ya claramente visible desde 1921, y no sólo desde el momento en que los creadores del aparato estatal terrorista se convirtieron en sus víctimas. f) La destrucción de los soviets no fue, únicamente, consecuencia de la guerra, de la guerra civil y de la instalación de la dictadura, sino que estaba implícita en la misma interpretación leninista del principio marxista del Estado, según la cual, éste debía controlar la totalidad de la vida económica y social a través de un gobierno centralista. Resulta evidente que tal interpretación es incompatible con el principio de los consejos obreros.