¿Por qué leer una novela escrita hace casi sesenta años por una mujer no muy recordada en estos tiempos? Por la más simple de las razones: es magnífica. Quinientas páginas de placer, salvo el peso del libro en las muñecas. Hay otros motivos, como el redescubrimiento de autoras olvidadas y la valoración de escrituras hermosas y desafiantes.
Una novela nos permite, casi siempre, entrar en una vida y vislumbrar otras que acompañan a la primera en su transcurrir. Leer una novela nos demanda tiempo y concentración a cambio del privilegio de meternos en las experiencias, pensamientos y emociones de sus personajes. En el caso de Los galgos, los galgos son muchas las reflexiones que nos inspira su lectura, vinculadas a los distintos aspectos de esta novela compleja, de trama simple. El hilo narrativo sigue, en primera persona, las experiencias de Julián. Es un niño bien, abogado de un estudio familiar prestigioso, que hereda un campo y decide irse a vivir allí con su novia, sin vocación ni conocimiento: «Frente a ese hombre que sabía su oficio, me daba cuenta de cómo nunca había sabido hacer nada salvo no hacer nada».
Podríamos decir que Los galgos, los galgos trata del paisaje del campo, del cual hay múltiples descripciones apasionadas:
La luna es un pedazo de queso, un pulcro botón de calzoncillo -dije. Y me sentí un imbécil. Tuve la sensación del que acaba de insultar a un ser poderoso y me metí las manos en los bolsillos. [...] Las sorpresas del cielo cuando atardece. Es la hora de los juegos. Cuando uno observa el vuelo de un pájaro y se encuentra mirando una estrella blanca como un diamante. [...] Y yo, sentado o caminando, sentía que todo era como un regalo inmerecido, esos pájaros, ese bañado, el monte, la piel de culebra que de pronto encontraba entre el pasto y me hablaba de otra vida oculta a mis ojos.
La novela trata también de la relación con los animales, en especial esos galgos amados cuyas presencias y ausencias marcan hitos fundamentales en la vida del protagonista. Pero también los caballos («¿Por qué no hablo del bayo? Porque ya se sabe que los buenos y humildes no tienen historia»), los grillos, las ovejas, los cerdos, los murciélagos, las ranas, los mosquitos. Sobre el final, él y su última amante son llamados «el perro y el canario».
La novela está dividida en cuatro partes, cada una referida a una etapa de la larga vida de Julián. Tiene veinticinco años cuando comienza la historia y está enamorado. Los primeros tiempos de afincamiento en el campo coinciden con el amor absoluto, correspondido y perfecto.