Al recorrer la región de los Altos de Chiapas uno se encuentra con altos valles rodeados de montañas calcáreas, de clima frío, en las que agua disuelve la roca caliza creando mundos subterráneos de gran belleza. En lo que hace a los elementos culturales, nos encontramos con los pueblos tsotsiles y tseltales, hablantes de dos lenguas del tronco maya que se organizan en complejas relaciones con la ciudad mestiza de San Cristóbal de Las Casas. En los poblados de esta región, se advierte un esquema urbanístico que coloca en el centro de los valles, presidiendo una red de lugares sagrados, el edificio del templo. Es el paisaje de las iglesias de los llamados pueblos de indios, aquellos organizados por los frailes dominicos y franciscanos a partir del siglo XVI con el fin de evangelizar, pero también de ordenar a los habitantes según los intereses del imperio español. Si bien este paisaje paradigmático de Chiapas ha recibido atención por parte de historiadores, antropólogos, etnógrafos y novelistas, entre otros, pocos han consignado la importancia del conjunto patrimonial de los edificios que constituyen los templos construidos mayormente entre los siglos XVI y XVIII. Esta obra se centra en los aspectos históricos, estéticos y simbólicos de las iglesias de los pueblos de indios. Los contenidos se refieren a los antecedentes históricos de las órdenes mendicantes en la región y el papel de los frailes como urbanistas, arquitectos y maestros en primer término. Además, analiza y desglosa los posibles componentes de lo que tipológicamente son una iglesia de un pueblo tseltal y una de un pueblo tsotsil, como una posible categorización regional que persiste hasta la actualidad. Las iglesias de pueblos de indios de Los Altos de Chiapas se percibe como una ruta cultural que configura uno de los conjuntos sin duda más ricos de México, en términos de patrimonio.