El libro tiene una doble intención. Por un lado es un homenaje a la primera publicación del texto, de ahí lo cuidado de la edición y la reproducción de algunas de las páginas del original, en italiano pese a imprimirse en 1930 en la convulsa Argentina en pleno apogeo de la agitación obrera y anarquista. La excelente introducción de H. Ricardo Silva nos transporta, a través de la figura de Severino Di Giovanni, uno de los más celebres "anarquistas expropiadores" de Argentina y financiador de la publicación, al momento social y político que vive el movimiento obrero anarquista.
Por otro lado el libro es un homenaje a la figura del destacado geografo anarquista Élisée Reclus (manteniendo el panegírico de 1905 de la publicación original) y a su compromiso libertario.
Escrito cuando Reclus se encontraba cumpliendo una condena de destierro por su participación en la Comuna de París, el texto busca demostrar que la evolución y la revolución son dos conceptos totalmente relacionados, esto es, no contradictorios. Puede resultar sumamente complicado definir los límites de uno y de otro, y el simple añadido de la violencia no marca diferencia alguna entre estos términos puesto que tanto hay evoluciones violentas como revoluciones tranquilas. Lo que vendría a establecer la diferencia sería el paso, la acción, el desenvolvimiento más allá de lo establecido. Bajo esta óptica, la evolución devendría en revolución en el preciso momento en que diese ese brinco, ese salto que le colocase ante una nueva visión, una nueva situación. Y una vez agotado ese proceso, una vez que se hubiese normalizado, la revolución devendría de inmediato en evolución. Y así ese movimiento continuo, eterno, se constituye en la vida misma. Sin olvidar los procesos involutivos que Reclus denomina evoluciones negativas y que representan un retroceso, lo que en política se denominaría la contrarrevolución.