La figura de José Francisco de San Martín y Matorras es enigmática.
Pese a que por el lugar que ocupa en el panteón heroico argentino resulta una de las que más discursos, artículos, ensayos y opiniones congregan, hay en su trayectoria y en su persona ángulos que permanecen en la incógnita. Fueron su misma idiosincrasia reservada y el dogmatismo de la vieja historiografía algunos de los factores que confluyeron para darle esa característica.
Afortunadamente, el estudio general de la historia evolucionó hacia la disolución de los perfiles estatuarios en los próceres. Hoy ya es posible conocer algunos otros aspectos del pensamiento y de la vida del hombre de Yapeyú, bastante alejadas de las asfixiantes armaduras de bronce.
De la tierra expresa una dinámica de cuadros que recorren la historia nacional, ubicando a San Martín en circunstancias que juegan entre la realidad y la conjetura. Él es el hilo que por motivos diferentes enlaza a algunos pueblos originarios: los guaraníes de la Mesopotamia; los araucanos y tehuelches de la Patagonia. Aunque distantes en el tiempo, las acciones para el sometimiento exterminador de esas comunidades se ven reflejadas crudamente en esta novela. El trato en las Misiones correntinas y la sureña Conquista del desierto se desarrollan ante los ojos del lector a través de sus hechos más terribles.
Con esos trasfondos, la imagen del Libertador de América emerge desde un vínculo profundo con los nativos; tan profundo, que la sola mención de sus probables fundamentos siempre despertó el rechazo airado en los criterios tradicionales.