Si miras de cerca, entre las paredes mohosas de las casonas coloniales, empiezas a notar las grietas. No las del tiempo ni los huracanes, sino las que aparecen en el alma colectiva de una sociedad que se hiere callada. En esta tierra el suicidio no es una estadística, es un idioma. Yucatán ocupa el primer lugar en el país. ¿Por qué ocurre? Porque las emociones se tragan, no se escupen. Los hombres aprenden a callar desde niños; las mujeres, a llorar en secreto. La gente vive encerrada en sus casas y en sus mentes, como si admitir el dolor fuera peor que sentirlo. En este compendio, serás testigo de los naufragios que ocultan las sonrisas cotidianas. No hallarás redenciones baratas ni finales esperanzadores que se destiñan con el tiempo. Cada relato es un espejo agrietado que refleja las fisuras de nuestras vidas. No pretendas salir ileso; los personajes no se ahorraron heridas, ¿por qué habrías de hacerlo tú?