La experiencia del movimiento, más allá del aspecto mecánico, permite acceder al universo simbólico, emocional y anímico. La educación somática y la danza coinciden en el trabajo minucioso del movimiento corporal y eso provoca múltiples cruces. Sin embargo, la educación somática se centra en el aprendizaje, mientras que la danza se enfoca en lo expresivo. En este libro se presenta un panorama de la relación entre ellas con una metodología autoetnográfica. A partir de la experiencia biográfica se revisan nociones teóricas; se describe de manera accesible los cruces de la educación somática con distintos aspectos de la danza como la interpretación, la improvisación y la creación coreográfica; y se vislumbra la singularidad de esta experiencia como síntoma de un contexto cambiante.
La investigación busca contribuir a la divulgación de las estrategias pedagógicas en la danza afines a la perspectiva somática, así como de algunas herramientas de la educación somática útiles para el quehacer dancístico.