Llevo mucho tiempo dedicada a la preparación, confección y montaje de Altares de Muertos. Y sí, son tantos años cumpliendo con devoción este compromiso, que el otro día al despertar me di cuenta de que le he dedicado centenares de horas de mi vida a esta tradición. ¿Cómo es que uno llega a dedicarse más a la muerte que a la vida misma? Por donde yo ande, especialmente en los pueblos, en los tianguis, en tiendas de artesanías y en todas las épocas del año, compro todo lo relacionado con la enigmática fiesta del 2 de noviembre. Nada más lejano al miedo a la muerte que ver a un niño disfrutando al comer una calavera de dulce. Entrar al mundo del apetito, a los manjares que se cocinan para esta festividad. El recetario cumple esa función. El titulo del libro corresponde a estas delicias.