En el intenso debate político y social de los últimos años acerca de la oportunidad de regular la prestación voluntaria de servicios sexuales, ha adquirido un peso decisivo la presión de un amplio sector del movimiento feminista que, como en otras épocas, se muestra contrario al reconocimiento de derechos a l@s prostitut@s. Gracias a su poderosa influencia, la sombra del abolicionismo sigue campeando a sus anchas en un país que desde hace más de una década renunció, en nombre del respeto a la libertad, a reprimir el apoyo y la intermediación de prácticas sexuales consentidas. En este constante ir y venir de reformas legislativas, la suerte de la prostitución voluntaria y de su entorno ha quedado a merced de la fuerza de convicción de las diferentes posiciones feministas y, sobre todo, de su desigual apoyo institucional. Todavía hoy su realidad legal es incierta, a merced de una práctica judicial poco esclarecedora, entre otras razones.
A primera vista, no resulta fácil reconocer el signo de estos nuevos factores de influencia, demasiado acostumbrados como estamos a que, en el pasado, el peso de las reformas penales haya descansado en el parecer de una comunidad científica que ha impuesto sus propias fuentes de inspiración. Es representativo que durante los largos años transcurridos, de estrecha relación entre derecho penal y prostitución, las numerosas investigaciones realizadas por penalistas ignoren sistemáticamente las voces plurales del pensamiento feminista que ha sido, a fin de cuentas, el que ha sentado las líneas ideológicas de cada evolución legal y ha condicionado los distintos modelos discursivos que se han impuesto en el mundo occidental durante más de un siglo. Pero lo que parece una realidad nueva en nuestro país, a saber, el protagonismo del feminismo en temas relacionados con la sexualidad, no lo es en muchos países de nuestro entorno donde ha participado activamente en el debate público que debe preceder a la aprobación de las leyes penales. La prostitución, como se verá, es un buen exponente de esa enorme influencia y de un poder de definición creciente que ha ido creando un espacio propio en los modernos santuarios internacionales. No es de extrañar que su material argumental resulte ser hoy una fuente de referencia imprescindible en el contexto de la política criminal española.