Este libro se propone (¡y logra!) responder una pregunta inquietante: si las evidencias de la crisis climática son tan notorias, ¿por qué los países hacen tan poco o directamente eluden hacer algo para mitigar esos daños? La respuesta, dicen estas páginas, está en que el cambio climático es el problema político definitivo: tiene causas múltiples y complejas, es irreversible e impredecible, sus soluciones exigen enormes y muy riesgosas inversiones de dinero, involucra a una gran cantidad de partes interesadas (de gobiernos a corporaciones, de ONG a fondos de inversión, de científicos a fuerzas armadas), pone en cuestión cómo la política y los mercados piensan el futuro y hasta interpela nuestros estilos de vida. Es, puede decirse, una tormenta perfecta