Es verdad que los niños necesitan como entorno el tipo de «sagrada familia» que corresponde al estándar occidental del siglo xx? ¿Son justificados los
prejuicios de que una pareja de gays o lesbianas no debe criar hijos porque la convivencia con dos mamás o dos papás les perjudica? En el presente, la legalización de las parejas homosexuales es un hecho cada vez más aceptado y se pone en práctica en muchos países, pero la opinión pública y las instituciones pertinentes siguen reticentes ante el deseo de lesbianas y gays de tener hijos.
La antropóloga Anne Cadoret señala, en primer lugar, que nuestra familia occidental estándar es un ideal que pocas veces se cumple en la realidad, porque
los divorcios y separaciones han convertido a las familias en verdaderos puzzles, en los que pueden haber varias mamás, papás y hermanos de distintos
matrimonios. Además, la autora incluye muchos ejemplos de los sistemas de filiación que se dan en otras culturas y épocas que muestran hasta qué punto
nuestra ideal de familia es una extraña excepción en el panorama antropológico general.
A partir de estos presupuestos, Anne Cadoret ha realizado un estudio muy revelador de un amplio grupo de parejas gays y lesbianas con niños. Así ha
podido constatar que los prejuicios contra la paternidad homosexual no tienen fundamento. De su análisis se desprende que los niños necesitan fundamentalmente un lugar seguro en la sucesión generacional. Ser hija y nieta de alguien es mucho más importante para la construcción de una identidad firme que las preferencias sexuales de los padres.
Este estudio innovador sobre un tema controvertido y candente ofrece una excelente orientación teórica y empírica a los asesores en este tema y a las
parejas homosexuales y sus familiares.
Muchas parejas homosexuales desean tener hijos, pero esta aspiración aún encuentra fuertes resistencias debido a la creencia tradicional de que los niños necesitan vivir con padres heterosexuales para desarrollarse de forma equilibrada.
Este libro ofrece un detallado estudio antropológico que da buena prueba de que la familia occidental «ideal» no es el entorno exclusivo para el buen desarrollo infantil. No sólo hay una gran diversidad de formas de filiación en las distintas culturas, sino que, además, resulta que la familia occidental «normal» es un invento muy reciente. Sólo durante algunas décadas del siglo xx fue el tipo mayoritario de familia.
A lo largo de siglos, las familias siempre habían sido grupos «recompuestos» por muertes prematuras y nuevos matrimonios, situación que se repite hoy por los altos porcentajes de divorcios y segundos o terceros matrimonios. En estas circunstancias, para los hijos, lo principal es que se sientan claramente integrados en una relación de filiación que les dé un lugar seguro en una estructura social.
A partir de estos presupuestos, la autora ha estudiado minuciosamente un gran número de parejas homosexuales que en parte ya tenían niños, en parte se planteaban tenerlos. En todos los casos, el deseo de tener hijos llevaba a las y los homosexuales a identificarse espontáneamente con su papel respectivo de madre o padre. La gran diversidad de opciones de organización, que a menudo incluye también a los abuelos, muestra que también para los homosexuales es de importancia primordial una clara línea de filiación entre generaciones.