En el contexto en el que escribo este trabajo, realmente hay un enorme sentimiento de abandono y desesperanza, desde la certeza de que el Estado ha perdido el control, hasta la idea de que la sociedad misma transita por una gran descomposición en general, donde cualquier canal de desahogo "es bueno". Nos hemos olvidado de esas otras historias y riquezas humanas que hay que defender y pelearlas porque de ellas depende nuestro futuro y en realidad nuestro desarrollo más allá de la visión cristiano-occidental, en el sentido unilineal que nos promete el paraíso. Me parece que en una idea altamente antropológica debe ser el sentido de comprender lo que son los derechos culturales, los que sin duda son derechos humanos.