Amelia observa las nubes como si fueran un tipo de escritura que la ayuda a dilucidar el futuro. Toma fotografías del cielo, guarda en frascos las pocas gotas de lluvia que caen, mientras prepara el viaje que la llevará a Canadá para estudiar a fondo la siembra de nubes, una técnica para hacer llover de forma artificial que ayuda combatir la sequía pero que a largo plazo puede generar un desastre en el ecosistema. Durante las semanas que le quedan en Chile, Amelia debe entregar su departamento, soltar sus pertenencias, despedirse de su vida. Pero este adiós no es tan fácil. Se siente como un pequeño fin del mundo en el que hay que decidir qué salvar y cómo vivir la intensidad de los últimos días. Entre sus manos, crece el peso de una biblioteca heredada por su tío Aquiles, un militante comunista exiliado en Brasil; estos libros son el anzuelo que la conecta con el pasado y que revela el corazón de los secretos familiares tejidos en el relato de su país. En la víspera de su partida, una larga conversación con su abuela descubre su propia historia, mientras los encuentros con sus amantes la enfrentan con su deseo: la ternura la habita suavemente para hallar esperanzas en las nubes, o se rinde ante un frenesí autodestructivo porque quizá ya no hay nada que salvar. La siembra de nubes es una novela que atraviesa los afectos mientras una crisis medioambiental y el avance de las tecnologías amenaza con catástrofes desconocidas.