La puerta está cerrada pero las ventanas no. Perfuma una flor nocturna, una magnolia, con su ojo de fantasma.
Las luciérnagas entran y salen, iluminan pequeños rincones donde habitan el ángel, la escarcha y el viento que baja de los pinos persiguiendo una blusa blanca.
Es una casa hecha de ruegos y piedritas negras, en una calle de Marte.
Rosita ha sentado a la Belleza en sus rodillas; esconde el sol en una mano y en la otra un cardo. Canta la madre y asoma la luna su cabeza calva.
Canta del agua buena, lluvia, rocío, estanque o charco y del pajarito de la felicidad que pasa tan rápido. Para los amigos siempre habrá el fuego de las palabras.
Camet es el fundo fantástico de una infancia; París el viaje al fin de qué noche.
Rascando saldrá el Dios de la guitarra del hermano.
La rapidez del loco es la certeza de la planta.
Y un libro, qué es, sino la sombra con su eclipse de oro sobre un cuerpo que tiembla y el amor de Mario.