Los datos descriptivos sobre la evolución de la relación con el trabajo en la empresa neoliberal suscitaron cierto escepticismo cuando este libro fue publicado. Diez años más tarde, estos datos se han confirmado en gran parte. La situación se ha agravado porque ni en Francia ni en el extranjero se tomaron medidas para promover, en materia de organización del trabajo, opciones que podrían ser mucho menos nocivas para la salud mental de nuestros contemporáneos.
En todos los países del Norte las encuestas muestran que la salud mental en el trabajo sigue deteriorándose y que esto se traduce en costos exorbitantes (entre el 3 y 6% del PBI, según las estadísticas de cada país).
Pero las consecuencias de las nuevas formas de organización del trabajo no solo se perciben hacia el interior de la empresa. La degradación de la relación con el trabajo tiene implicancias sobre toda la población (incluidos los jóvenes que todavía no trabajan), sobre la relación de los niños con la escuela y la educación, sobre aquellos que han perdido su empleo y están condenados a la precariedad, sobre la gente que vive en barrios donde nadie ha tenido un trabajo estable en muchos años y finalmente, sobre sus familias, que se ven obligadas a vivir con adultos mentalmente quebrantados a causa de su relación con el trabajo. La ciudad (cité) entera se ve afectada por estas nuevas formas de organización del trabajo que crean una creciente pobreza y generan, entre aquellos que excluyen, un resentimiento que acarrea el nacimiento de nuevas formas de violencia social que deterioran la calidad de vida en las ciudades y sus suburbios o periferias.