Al preferir el teatro literario comparto mi creencia en que la dramaturgia de Ximena Escalante en mucha ha restaurado, en México, el puente entre el resto de las letras y la dramaturgia. Nunca roto, ese cruce se había deteriorado y en ocasiones me resultaba intransitable. Todavía para los escritores que florecieron en los años cincuenta y sesenta probar fortuna en el teatro y escribir al menos una obra era casi una obligación: así lo fue para Octavio Paz y Carlos Fuentes y para toda la generación de la Casa del Lago.