Es la historia de un pequeño árbol que quiere bailar, correr y bailar, y recurre a la sabiduría de su abuela para conseguirlo. La abuela consigue convertir al árbol en una niña, quien extrañada de su nueva situación comienza a hacerle preguntas sobre cómo sería su vida a partir de ese momento. Las respuesta de la abuela tranquilizan a la pequeña y cuando crece y comienza a sentir diferentes transformaciones en su cuerpo y nuevas sensaciones siempre tiene al lado a su abuela que la acompaña y conversa con ella, asumiendo esta situación como algo natural y saludable.
Es un libro de tapa dura, ilustrado y con poco texto, con imágenes optimistas y vinculadas a la naturaleza. De esta forma, las ilustraciones se convierten en una herramienta muy importante en la transmisión alegórica del mensaje.
Además de ser un bonito cuento, El tesoro de Lilith pretende ser una herramienta para tratar el tema de la sexualidad, el placer y el ciclo menstrual con las niñas (pero también con los niños) desde una perspectiva alegórica y sin imponer criterios, sino que permite a los padres o educadores tratar este tema conforme a sus valores. Pero a diferencia de otros libros infantiles sobre sexualidad no habla de características o procesos biológicos, ni de dónde vienen los niños o cosas similares, sino que proporciona un punto de vista diferente: las sensaciones, la relación con la naturaleza y la unión intergeneracional entre mujeres.
El conocimiento y la educación sexual es muy importante desde los primeros años del niño así como la naturalidad y confianza al tratar estos temas en la relaciones paternofiliales, creando personas sanas, con autoconfianza y fortaleciendo los vínculos comunicativos en la familia.
Es un libro que puede leerse y conversar sobre él con niños y niñas de cualquier edad, ya que al ser un cuento y no un manual de sexualidad, dependiendo de la edad, madurez y de las relaciones de comunicación de cada familia se puede adaptar y tratar en diferentes niveles. Mi recomendación personal es que lo leáis como lo que es, como un cuento, y que como cualquier otra lectura, sean los niños los que os vayan preguntando, derivando así la conversación, y que no lo tratéis solo como un libro que pretenda enseñar o educar en sexualidad.