Consentir: por mucho tiempo pensé que el acto de conseguir ponía de relieve la intimidad más grande, mezcla de deseo y voluntad, cuya verdad residía en un yo profundo.
El consentimiento se ha impuesto como una palabra clave, la palabra hecha para abrir la puerta de las preguntas. En materia de libertad o de igualdad de los sexos, hay que proclamar su opinión, a favor o en contra, luego dar sus razones. Por o contra la paridad, por o contra la prostitución, por o contra la diferencia o indiferencia de los sexos. Nos sumamos a elegir y ruidosamente. El resto, la demostración, pasa a segundo plano. Partir de una palabra como de un nudo que hay que deshacer es una manera de domesticar la disputa y de darle contenido.