La sociedad sólo puede responder a los problemas ambientales en las muy limitadas condiciones de sus propios medios de comunicación. Esto también se aplica a los problemas ambientales que ella misma provocó. Por lo tanto, la comunicación ecológica solo puede desarrollarse de acuerdo con los sistemas funcionales más importantes, como la política, el derecho, la economía, la ciencia, la educación, la religión, o en protesta contra estos sistemas. En ambos casos existe un doble riesgo de respuesta insuficiente y excesiva.