Asistimos a una crisis ecológica de dimensión planetaria. La destrucción de la Tierra, causada por la sobreexplotación extractivista y la degradación ambiental, acentúa el carácter colonial del actual sistema-mundo, así como las guerras y los genocidios. Una maquinaria de muerte se erige: el fascismo asciende en el imperio estadounidense y en otras latitudes donde se promueve el negacionismo climático y el racismo.
Las élites del capitalismo, incluso en su versión verde, lo saben. No obstante, sus respuestas ante la escasez reproducen prácticas coloniales: políticas de conservación que abarcan vastos territorios del Sur global; la supuesta sostenibilidad de la agricultura industrial; políticas urbanas que profundizan la segregación verde; el despliegue de megaproyectos de energía renovable; y, finalmente, el extractivismo de materiales en territorios indígenas para desarrollar tecnologías que prometen resolver las crisis actuales, pero que no hacen más que exacerbarlas.
Por si fuera poco, un apartheid climático se despliega de manera brutal en el genocidio del pueblo palestino perpetrado por el sionismo israelí.
El libro que tienes entre tus manos denuncia estas prácticas, que no son otra cosa que colonialismo verde y racismo ambiental. Su propósito, sin embargo, va más allá del mero análisis: busca construir narrativas decoloniales, fincadas en las resistencias territoriales, ecologistas y antirracistas, que no aspiran más que a crear un mundo donde quepan muchos mundos.