De las decenas de cantinas que han desaparecido en las últimas dos decadas, aquí recojo nomás un puñado, las más entrañables para mi memoria, acaso. Y, así como la memoria es el fiel reflejo de lo que deseamos recordar, este recetario es también producto de la interpretación de ese pasado, las recetas no necesariamente son la calca de lo que se servía en los establecimientos que aquí recuerdo: son una versión y como eso deben tomarse. Deseo que sirvan para que perduren los aromas, los sabores y los recuerdos de cantinas en las que no sólo yo, sino mucha gente, conocimos de las delicias de la vida, de la disipación y la plática extendida, de la compañía de los parroquianos y del personal de aquellos sitios que siempre te hacìa sentir en un lugar que no querías salir.
¡Provecho!