Andrómeda es un poemario y una bitácora. Una recolección de años. En esta, Valentina se enfrenta al paisaje de afuera (su Patagonia, la cuarentena, la rutina) y el paisaje de adentro (el universo, el sexo, la nostalgia). Para conectar ese afuera y ese adentro, despliega la piel.
En Andrómeda la piel es la palabra. Como si se abrigara con las hojas del libro. Se superponen las proporciones, lo ínfimo, lo infinito; los planos, lo más acá y lo más allá.
Los poemas son de respiración entrecortada. Naturaleza habituada a lidiar con el vaivén caprichoso del océano.
Quien escribe construye una habitación íntima, un diálogo demisexual. Un aterrado naufragio poético de colores fríos hasta que irrumpe el calor de un rosa o un anaranjado.
Una esperanza de amor que subsiste en el agotamiento humano.
Javier Grinstein