Este libro es un ensayo con cara de diccionario: una palabra aloja a un cochero que con su carro pasea por la historia de una revolución; otra resguarda a un jinete que anuncia la guerra cabalgando hacia un espejismo de polvo y mariposas, y una más hospeda muertos o contiene sueños. Como entradas de enciclopedia, encontramos a una nación entera condensada en sus vocablos y expresiones. Pero además, aquí hay un juego de espejos entre dos lenguas. Si nuestra lengua tratara de mirarse a sí misma en el espejo del idioma ruso, ¿qué imagen encontraría? Regresaría cambiada. ¿Y qué imagen encontraría a su vez el idioma ruso buscando su reflejo desde el otro lado? Seguramente a ambos lados habría perplejidad. Eso es este libro, una especie de pasadizo para saltar entre el vidrio que separa a los dos imaginarios para entender la distancia entre una palabra y su equivalente en otro idioma. Berri nos transporta a todas las Rusias posibles (la pasada, la presente y la futura) a través del lenguaje, develando aquello que guardan celosamente las letras del alfabeto cirílico.