Somos cada vez más, a lo largo de nuestras vidas modernas, los que cambiamos de manera radical de trayectoria. Muy a menudo es para entrar en un oficio artesanal. ¿Qué es lo que lleva a un estudiante de filosofía y derecho a formarse y trabajar como carpintero? Impulsado inicialmente por la búsqueda de un medio con el que ganarse la vida, Arthur Lochmann pronto descubrió en la carpintería de armar una ética del buen hacer que le permitió orientarse en una época frenética. Su aprendizaje y práctica, como el de otras artesanías y trabajos manuales, aportan un conjunto de experiencias, métodos y valores que interpelan a los desafíos individuales y colectivos de la modernidad. Supone la transmisión e interiorización, sostenida en el tiempo y en la repetición, de unos gestos, de una lengua particular, de una relación productiva con la materia en este caso, la madera, con sus inagotables cualidades constructivas y aplicaciones arquitectónicas, de unos métodos y unas exigencias, en los que conviven los saberes tradicionales con las técnicas más modernas. Esta es la indagación que emprende este original e inspirador ensayo, un relato de aprendizaje que combina los testimonios de su propia experiencia con reflexiones en clave ética y política, y que nos muestra qué nos puede aportar la cultura técnica y material de los oficios artesanales y saberes prácticos: una vida sólida con la que vincularse y orientarse en este mundo.
Arthur Lochmann estudió Filosofía y Derecho en la Universidad París I Panthéon-Sorbonne y se formó como carpintero en Francia, trabajando en distintas obras y talleres durante diez años. Es traductor literario de inglés y alemán. La vida sólida es su primer libro publicado, por el que ha recibido el Premio de la Academia Francesa Maurice Genevoix (2020).