La casa partida tiene todo lo que se le puede exigir a una buena novela. Los recuerdos de una familia trabajadora se revelan a lo largo de la historia como frascos de conservas. Como si los lectores fuéramos destapando esos recuerdos conservados en el tiempo a medida que avanzamos en la lectura. Es a través de estos capítulos de temporalidad discontinua que nos adentramos en la historia coral de una familia a través de las generaciones. La geografía de los conventillos de una ciudad portuaria en los barrios de inmigrantes y migrantes de las provincias. De Blasis nos entrega en esta nueva pieza de su obra un drama que nos envuelve a través de una escritura que como lectores nos mete adentro a vivir la historia como testigos con los pies en el barro de la acción.