Burlas, groserías, tacto sin el menor respeto o cuidado, procedimientos quirúrgicos no autorizados, así como separación de la madre y el bebé en el momento inmediato del nacimiento, son algunas evidencias de la violencia obstétrica en México. La conducta de abuso está tan normalizada que internos, enfermeras(os) y algunos doctores han hecho de esa práctica lo esperado e insorteable para las mujeres que acuden a los centros de salud públicos y hasta privados, convirtiendo el día del parto en el El día más difícil.