Puerto Rico está pasmado, azorado por una plaga de cocodrilos provenientes de Cuba, y nadie sabe mucho qué hacer hasta que una científica, después de recorrer el mundo estudiando reptiles, es convocada para resolver la situación. Para ella, puertorriqueña, esto representa su ocasión para volver, y no es menor. Como herpetóloga, también es una gran oportunidad. Es consciente también de que los reptiles son traductores del entorno, modificadores ecológicos, y de que hay que saber leerlos en todo sentido, pero no sabe que ese fenómeno es la punta de algo más, de un iceberg que terminará exigiendo más colmillo que ciencia. La invasión a Borinquen es sintomática de los movimientos caribeños, de la conexión y fragmentación de la propia geografía extendida; en todo ello, además, se esconde un entramado que ella tendrá que develar.