En los últimos años, la crisis ecológica y la fascinación por el apocalipsis se convirtieron en figuras recurrentes de nuestro imaginario cultural. Como testimonio de la catástrofe en curso, proliferan discursos ecocríticos que invitan a repensar nuestra relación con el planeta y a generar nuevos horizontes más allá del excepcionalismo humano. Porque hemos alterado los procesos naturales sin deliberación y con efectos devastadores para la geoquímica planetaria, este volumen postula la urgencia de un plan integral para el diseño de una planetariedad viable. La noción de terraformación, que en la ciencia ficción del siglo XX invocaba la transformación de los ecosistemas de otros planetas para que sean capaces de soportar vida similar a la de la Tierra, sugiere que en el actual contexto del Antropoceno es la propia Tierra lo que debemos terraformar si queremos que siga siendo una anfitriona posible para sus formas de vida.
La propuesta de Benjamin Bratton está muy lejos del ecologismo decrecionista y del mero retorno a una naturaleza idílica y no perturbada. Crítico del legado tecnófobo de la generación del 68 y de los relativismos culturales de la izquierda folk, la terraformación de Bratton conjuga la imaginación utópica soviética con la teoría y la praxis californiana en un proyecto de diseño geotécnico, geopolítico y geofilosófico que apunta a reordenar los flujos de la bioquímica planetaria en un sentido anticolapso. La implementación de un plan de esta naturaleza nos enfrenta con la necesidad de imaginar un tipo de gobernanza global que articule la deliberación política con los modelos tecnológicos necesarios para comprender la escala planetaria de nuestros desafíos. Solo cuando nuestra sociedad conquiste la capacidad de imprimirle una dirección planificada a los automatismos tecnológicos podremos tener un futuro para el planeta.